porque traes este rumor de catarata,
de temporal que alivia a los desiertos,
y busco tu rostro en cada charco,
mares de la infancia sin naufragio,
en paradas de autobús y acantilados,
en mi ropa, en los emails, en los edenes,
en mis manos de olivo deshojado,
en las manos que serán tu primer nido.
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