lunes, 18 de marzo de 2013


Ellos, eran conocidos en todos los bares y tabernas, en todo el barrio. Ella era tan frágil, morena, pequeña y graciosa. Me parece que estudiaba un curso de ingles. El muy distinto… alto, serio, delgado y pálido daba clases en una escuela del pueblo cercano.  Sonreían a veces, y otras discutían, se amaban y bebían, se odiaban y besaban, era una relación tan sencilla que siempre contagiaba dulzura y amor, mas allá de todo tipo de problemas. Pero nadie es perfecto y yo los comprendo, el amor siempre fue difícil, más que nada en tiempos como este. La noche siempre debilitó grandes corazones pero mientras tanto, ellos brindan cada una de ellas por los fracasos del amor y por amanecer cada dia juntos.
 Un dia oscuro, lleno de lluvias y tormentas el entro como de costumbre, en un bar, iba vestido todo de negro, borracho y solo. Todos quedaron asombrados, y el sereno comenzó a contar lo ocurrido: Ella lo había dejado, y el decidió considerarla muerta, brindar así por olvidarla y dejarla en un descanso eterno, celebrando ese entierro ficticio de taberna en taberna. La noche fue pasando, pero nadie se acercaba a él.  Al salir de ese bar lo encontré muy borracho, me incline a su lado y entre los balbuceos me decía algo al oído, pero de un momento al otro se deshizo en mis brazos. Se lo llevó la ambulancia y por mi parte decidí ir hasta el lugar que me había comentado. La busqué entre el ruido, el murmullo, las personas, y el humo. Y por allá la vi, refugiada en los brazos cálidos de otro hombre. Me acerque y le conté, y escuchando claramente, abrazada a su pareja lo lloró una última vez.  

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